domingo, 14 de noviembre de 2010

INTRODUCCIÓN

UNA FALSA ENSEÑANZA: LA DEMONIZACIÓN DE LOS CRISTIANOS


“Mi posición es que los creyentes verdaderos pueden estar endemoniados y que esa demonización es susceptible de ir desde un grado leve hasta grave.” [1]
                                                    Dr. Ed. Murphy

INTRODUCCIÓN:


Hace apenas unas semanas unos compañeros asistieron a un culto evangélico unido de distintas iglesias de cierta denominación en la que tras preguntar cuántos eran creyentes (y todos levantaron las manos) se hizo un llamado: <<todos los que tengan demonios, vengan al frente>>. Sin dudar un solo momento ni reconsiderar su situación personal, “toda” la iglesia allí reunida salió al frente para orar, excepto dos personas, que por cierto eran visitas. Cuando el ministro vio que había aún personas que no habían salido para ser liberados se hizo la siguiente observación a modo de amonestación: << ¡menos mal que son minoría!>>.
Esto no es normal mis queridos hermanos, sino—y permítanme la expresión—“totalmente anormal” en una iglesia de Cristo que se precie de sana. Algo está pasando, algo está definitivamente equivocado y mucho me temo que está trayendo y aún traerá graves consecuencias. 

¿Puede un cristiano estar endemoniado?

¡Nunca hasta el Siglo XX se había oído semejante cosa en el mundo cristiano! Aún la sola pregunta parece una grave contradicción. Concretamente hasta la década de los 70 en que surgieron los así llamados: “ministerios de liberación[2], lo que parecía estar total y completamente claro en las Escrituras acerca de la posición del creyente como posesión exclusiva y única del Señor y las limitaciones de la actividad y poderes demoniacos sobre el creyente (y gozar además de una aceptación total y general entre la “cristiandad”, no sólo entre los cristianos evangélicos, también entre los fieles católico romanos), se ve ahora sacudido y puesto en tela de juicio—tristemente en el seno de la Iglesia Evangélica—por estos “ministerios” de exorcistas iluminados[3].  Se ha pasado, de repente, de un extremo al otro en el fenómeno demonológico y ahora pretendemos tener, a raíz de nuestras propias experiencias personales,  una luz infinitamente mayor sobre el tema de lo que nos muestra la Palabra de Dios. Por otra parte, estos así llamados “ministros” han sido tan fecundos en la proclamación y difusión de tales enseñanzas que han tenido, como era de esperar, una gran acogida dentro de gran parte del mundo evangélico de nuestros días[4], caracterizado principalmente por “su piedad y su consagración” al Señor y consiguientemente, su preclaro entendimiento de las Escrituras y la voluntad de Dios para nuestra época.

Sinceramente creo que, dejando atrás la sencillez de las Escrituras, estamos perdiendo el norte en medio de un mar embravecido que golpea con ímpetu sobre la iglesia con grandes olas de nuevas doctrinas y dogmas humanos que nos arrastrarán de nuestra firmeza y nos alejarán cada vez más de la verdad y de la sincera fidelidad a Cristo. Todo ello forma parte del juicio de Dios que, como está escrito, ha de empezar por su casa, a fin de diferenciar lo que es de lo que no es y poner a cada uno en el lugar que le corresponde ante la inminente venida de nuestro Señor Jesucristo.

Antecedentes de esta enseñanza

A principios de los años setenta, William Peter Blatty publicó su novela “El Exorcista”, la cual fue llevada al cine en 1973 por William Friedkin. Causó tal impacto popular que el tema de los demonios se puso de moda.
Antes que surgiese esta nueva ola de creencias, escritores y apologetas del mundo evangélico de principios del siglo veinte tales como Mark Bubeck y Merril F.Unger, y J.Warwick Montgomery, entre otros, aportaron un posicionamiento teológico actualizado acerca del tema del fenómeno demonológico. Así pues, el problema de la posesión demoniaca tomó tal relevancia que llegó a ser el tema principal de un simposio en una asociación médica cristiana celebrada en 1975, que aunó a un amplio grupo de estudiantes de estudios bíblicos, teológicos, psicológicos, antropológicos y de ámbito misionológico.

En 1989 C.Peter Wagner, profesor del Seminario Teológico de Fuller y padre del “iglecrecimiento”, impulsa una nueva corriente teológica en demonología denominada “Guerra Espiritual”, la cual él mismo denomina <<el programa del Espíritu Santo para los años 90>>. Asimismo, Peter Wagner es uno de los pioneros en enseñar lo que constituye una de las características fundamentales de la guerra espiritual y el modelo de liberación: “un creyente puede estar endemoniado”.  

        Estos “ministerios de liberación” cuentan también entre sus filas a personajes principalmente procedentes de una tercera generación de perspectivas carismáticas y pentecostales como: Don Basham, Neil T. Anderson, Timothy Warner, Héctor Torres, Cindy Jacobs, Derek Prince y Ed. Murphy, cuyo libro The handbook of Spiritual Warfare (Manual de Guerra Espiritual), uno de los más leídos del mundo, parece que ha sentado un antes y un después en las creencias de muchos creyentes hoy. Se considera por muchos la “Biblia” de la guerra espiritual.

       Al igual que éste, muchos otros libros, manuales, videos e incluso conciertos de música (David Bryant) acerca de guerra espiritual, han llenado las estanterías de las librerías cristianas y han acaparado la atención de muchas iglesias evangélicas por todo el mundo.  

Estas nuevas enseñanzas han creado, dentro del mundo evangélico y fuera de él[5], una fuerte controversia acerca de la “guerra espiritual”, y de la posible “demonización” de los creyentes, que lejos de extinguirse, sigue latente en nuestros días.   
                  
El propósito de estas palabras

Es precisamente acerca de “la demonización de los cristianos”, creencia que sacude  y sigue influenciando a muchas de las iglesias evangélicas[6] hoy, y más concretamente algunas cuestiones de dicho libro[7] del Dr.Ed.Murphy, que deseo hacer esta crítica constructiva, desde una perspectiva principalmente bíblica.

Mi deseo es que todos los promotores de tales enseñanzas, que verdaderamente aman al Señor Jesucristo y su bendita Palabra puedan, a la luz de las Escrituras y bajo la dirección del Espíritu Santo,  reconsiderar su posicionamiento actual y ser renovados en el espíritu de su entendimiento, para dar marcha atrás y someterse con humildad al Señor de la Palabra. Esto, sin duda alguna, resultará para sus vidas y la de muchos otros, en una inmensa bendición y un vasto incremento de luz en el conocimiento de Cristo.

Asimismo, este escrito está destinado también a aquellos que, por desgracia, han caído presos de tales enseñanzas o bien dudan acerca de este tema no habiendo adoptado aún un posicionamiento concreto; así como a aquellos que no han tenido aún la osadía, el valor o la oportunidad de ir por sí mismos directamente a la fuente de verdad, la medida por la cual medir todos los asuntos de nuestra vida y el tamiz por el cual se han de filtrar nuestras propias opiniones y convicciones personales y se han de sopesar las de otros: La bendita Palabra de Dios.

Con ello quiero alentar a estos creyentes a estudiar la Palabra de Dios por sí mismos—como hacían los hermanos de Berea—bajo la dirección del Espíritu Santo, de manera que puedan conocer la verdad acerca de este asunto y disfrutar sin temor de su posición en Cristo, gozando con plenitud y temor reverente de todos los beneficios que implica ser “posesión y heredad” exclusiva del Señor Jesucristo.


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[1] Dr. Ed. Murphy, “Manual de Guerra Espiritual”, Cap.53 “La realidad, la causa, la cura”, (Nashville, TN: Ed.Caribe Inc.). 2000, ©1994. 
[2] Según palabras de Murphy en “Manual de Guerra Espiritual”, Cap.8 Cómo invertir una práctica desafortunada: “Probablemente no me equivocaría si dijera que la presente generación de líderes cristianos es tal vez la primera en muchos siglos, puede que sea desde los días de San Agustín y los primeros misioneros, que irrumpe en un ministerio agresivo a los endemoniados, tanto creyentes como incrédulos”. Estos ministerios han sido fundados con el propósito de libertar a los cristianos que supuestamente están bajo el control demoníaco”. Un ministerio—dicen—que el mismo Cristo estableció.
[3] Al parecer han recibido una “revelación” especial acerca de este asunto que se les escapó tanto a Cristo, como a los evangelistas y a los apóstoles del Señor y a los padres de la Iglesia después de ellos—aunque se afirma que los padres post-apostólicos tenían clara esta postura.
[4] Es realmente triste y decepcionante observar como en algunos foros evangélicos, son más los partidarios de que un cristiano puede tener demonio que los que afirman que no.
[5] En los años 80 y 90 se produjo toda una oleada de abusos en rituales de exorcismos—también aquí en España—que trascendieron la intimidad de la iglesia evangélica llegando a los medios de comunicación y creando un profundo malestar social. 
[6] Sí, porque quiero insistir en que este fenómeno no se ha dado en ninguna otra de las religiones de la cristiandad.
[7] Ed. Murphy, “The handbook of Spiritual Warfare” (Manual de Guerra Espiritual) (Nashville, TN: Editorial Caribe Inc.) 2000, © 1994.